El éxito del método científico es debido a que funciona igual que la selección natural: Sólo los escasos aciertos de cada generación engrosan el conocimiento científico, sirviendo de base para las siguientes generaciones. Y al igual que en la selección natural, la inmensidad de errores de cada generación quedan sin descendencia.
En el método científico se cumplen todos los requisitos de la selección natural:
- Una creación (mutación) de nuevas ideas basada en el conocimiento anterior.
- Un proceso de selección, pues las teorías se contrastan con la experimentación. Sólo las que se adaptan a la naturaleza sobreviven.
- Y un sistema de acumulación de los aciertos: nuestra cultura.
Además y aunque superficialmente no parece así. Ni la selección natural ni la ciencia tienen un objetivo predefinido. Su camino es más bien errático y azaroso.
Pensando en esto... Las pirámides de Egipto normalmente se construían en una generación. Para levantar nuestras catedrales góticas se necesitaban 10 o 20 generaciones. Pero la obra más colosal que la humanidad ha emprendido no es material, sino intelectual: La ciencia como el conocimiento de la naturaleza acumulado durante miles de generaciones.
Ejemplo: Los homínidos tuvieron la idea, las ganas y el anhelo: En las noches de las sabanas africanas, alrededor de unos troncos ardiendo, sus ojos con una inteligencia incipiente miraron la Luna. El deseo surgió una vez más, tocar, oler, morder y lamer la Luna. Pero el brazo siempre se quedaba corto. Y nunca encontraban ningún árbol ni montaña lo bastante altos.
Los griegos nos dieron el método: La razón es suficientemente poderosa para entender la naturaleza y doblegarla en nuestro beneficio para satisfacer nuestras inquietudes.
El renacimiento aportó la comprensión teórica: Galileo, kepler y Newton.
El siglo XX culminó con la solución de ingeniería: El cohete químico.