Lo bueno de los viajes es que dejan mucho tiempo libre. Aquí en Canarias, como las islas son pequeñas, los trayectos en guagua (no hay trenes) son cortos y no hay demasiado tiempo, ni espacio, para dedicárselo al ocio. Una de las cosas que más me llamó la atención de los trenes madrileños es la cantidad de personas (en su mayoría mujeres) que aprovechan el tiempo para leer.
Precisamente, en el avión de regreso a Canarias, tuve ocasión de terminar 82 Eridano, la novela de ficción científica publicada recientemente por Luis Ruiz de Gopegui (ex-director de la NASA en España). Pensaba hacer un receso sobre el libro por aquí, pero de forma casual, acabo de leer una crítica escrita hoy mismo por Miquel Vidal. Extraigo el párrafo más descriptivo de su receso:
«Conviene advertir antes de nada de que la obra carece de todo interés literario: ni creo que fuera el hacer un ejercicio literario lo que le moviese a esta primera (y última) incursión en la literatura ni creo que Ruiz de Gopegui haya intentado siquiera esforzarse en escribir una novela mínimamente aceptable dentro de los cánones literarios al uso. Pese a ello, la obra no carece de interés, todo lo contrario. Pero toda la trama novelística, todos sus personajes y acciones, está supeditada a poner en marcha una especulación científica verosímil sobre la posibilidad de una visita extraterrestre en un futuro cercano y el efecto a nivel social, político y científico que podría suponer».
Soy muy lento leyendo libros, más que nada porque generalmente ando ocupado en otros menesteres. Pero el libro me cautivó y en unos pocos días me lo he cepillado. Por cierto, que tenía pendiente también una crítica de Tyrannosaurus Rex y el cráter de la muerte, de Walter Álvarez, uno de los libros de divulgación científica más apasionados que he leído, pero lo dejaré para otro ocasión, no sin antes recomendarlo encarecidamente.
... Lo que no dejo de pensar es qué hecatombe económica, y hasta cultural, se produciría si se inventaran medios de transporte mucho más eficientes que los trenes y metros actuales. Aunque probablemente se popularicen mucho antes los móbiles inteligentes con conexión permanente a la Red. De las implicaciones de una sociedad altamente conectada habla el libro que acabo de comenzar a leer, Smart mobs (uno de esos regalitos que me llegaron estas Navidades vía lista de deseos de Amazon, ¡pero no sé quien!).