Pasa a menudo. El otro día creí ver a un amigo caminando por la calle. Su caminar y su vestimenta eran parecidos, pero tras verle la cara, comprobé que me había confundido. La evolución dotó a los seres humanos de una gran capacidad para discernir entre nuestros parientes y los desconocidos o para recordar caras. Como consecuencia, tendemos a reconocer rostros incluso en los lugares más insospechados.
Esta tendencia jugó un papel crucial en los cangrejos heike. En 1185, el emperador de Japón era un niño de siete años, jefe del clan de samurais Heike. Ese año, su flota se enfrentó contra el clan de los Minamoto, pero fueron derrotados. Antes de caer en manos del enemigo, se suicidó hundiéndose en el mar, agarrado de su abuela. Los descendientes de aquellos que sobrevivieron recuerdan aún hoy, cada 24 de abril, al emperador. Y cuenta la leyenda que sus samurais todavía se pasean por el mar, en forma de cangrejos. ¿Hubo un milagro que dio forma a los caparazones de estos cangrejos? Es una explicación posible, pero hay otra más sencilla.
Carl Sagan relataba esta historia de los cangrejos heike en el primer capítulo de Cosmos, como ejemplo de selección evolutiva, en este caso artificial.
«Supongamos que entre los antepasados lejanos de este cangrejo surgiera uno con una forma que pareciera, aunque fuera ligeramente, a un rostro humano. Incluso antes de la batalla de Danno-ura los pescadores pueden haber sentido escrúpulos para comer un cangrejo así. Al devolverlo al mar pusieron en marcha un proceso evolutivo: Si eres un cangrejo y tu caparazón es corriente, los hombres te comerán. Tu linaje dejará pocos descendientes. Si tu caparazón se parece un poco a una cara, te echarán de nuevo al mar. Podrás dejar más descendientes. Los cangrejos tenían un valor considerable invertido en las formas grabadas en sus caparazones. A medida que pasaban las generaciones, tanto de cangrejos como de pescadores, los cangrejos cuyas formas se parecían más a una cara de samurai sobrevivían perfectamente, hasta que al final se obtuvo no ya una cara humana, no sólo una cara japonesa, sino el rostro de un samurai feroz y enfadado. Todo esto no tiene nada que ver con lo que los cangrejos desean. La selección viene impuesta desde el exterior.Cuanto más uno se parece a un samurai mejores son sus probabilidades de sobrevivir. Al final se obtiene una gran abundancia de cangrejos samurai».
Ahora, tenemos dos posibles explicaciones: una, que hubo un milagro que esculpió el rostro de los samurais en los cangrejos; y otra, que fue un proceso de selección artificial. ¿Con cuál nos quedamos? El monje franciscano Guillermo de Occam propuso en el siglo XIV una regla llamada La Navaja de Occam. Afirma que la solución más sencilla es probablemente la correcta. En el caso de los cangrejos, la explicación más sencilla es la de la selección artificial. La del milagro crearía otras preguntas de difícil respuesta. La Navaja de Occam no garantiza la veracidad de la solución, sólo la probabilidad.
En los medios de comunicación españoles, estos días se han publicado informaciones sobre las llamadas Caras de Bélmez. En una casa de Jaén, desde hace décadas, aparecen de manera periódica unas caras. María Gómez, la propietaria de la casa y quien descubrió el hecho, falleció recientemente. Según explica el Diario de Jaén:
«Fue ella quien, un 23 de agosto de 1971, empezó a vislumbrar un pequeña mancha en el suelo de su cocina. Ni ella ni su marido, Juan Pereira, le dieron entonces demasiada importancia. No obstante, aquella oscuridad sin forma comenzó a transformarse, con el paso de las horas, en un rostro humano. Lógicamente, el pánico se apoderó de ellos. Aquello despertó la curiosidad entre el resto de los habitantes de Bélmez, que vieron cierto parecido a la imagen con el rostro de la Santa Faz».
Las caras del pueblo de Bélmez de la Moraleda saltaron fama. Así, después de su muerte, María recibió del ayuntamiento el título de Hija Predilecta. Y el fenómeno permanece inexplicado, o así lo afirmaba la nota de prensa de esta semana.
¿Cómo aparecen caras en las manchas de una cocina? Hay varias explicaciones posibles. El primer caso es que estamos ante un milagro. El segundo caso, y teniendo en cuenta que la casa es húmeda, la humedad producirá muchas formas diferentes. Con nuestra inclinación a reconocer rostros allá donde miremos, tarde o temprano aparecerán manchas con forma de caras. Pero, como en el caso de los cangrejos heike, estaremos seleccionando. Si dejamos volar nuestra imaginación veremos otras formas, como gatos. Pero ¿el puro azar explica la complejidad de algunas de las caras? En el tercer caso, la alternativa a la intervención divina es la intervención humana.
Una vez más, después de estudiar todas las hipótesis con detenimiento, y descartar aquellas que no concuerden con los hechos, tendremos que aplicar la Navaja de Occam. ¿Cuál es la explicación más sencilla?
No sólo dejo al lector que saque la conclusión que crea más conveniente sino que le propongo un ejercicio: ¿eres capaz de encontrar alguna mancha en tu casa con forma de cara?
Las familias japonesas de la época descrita dificilmente entran dentro de la concepción de clan que tenemos en occidente, de hecho los samurais no eran clanes, sino una clase guerrera al servicio de familias poderosas, aunque dentro de esas familias hubiese samurais. El niño emperador no se suicidó, sino que fue ahogado por su abuela después de que parte de su tropa cambiase de bando y revelase el barco en el que se encontraba. Probablemente tampoco hubiesen llegado a tierra vivos, o de hacerlo, habrían vivido como esclavos sirvientes - que para ellos era peor que morir - o retirados a templos, que fue lo que le ocurrió a Tokuko, madre del niño-emperador después de ser rescatada del mar (cosa que no fue un acto de generosidad ni misericordia como parecería).
Sagan utiliza esta historia en la versión poético-idealizada que se cuenta en el Heike Monogatari tradicional que describe este episodio nostálgicamente como el cambio de eras en el Japón al poder militar shogunato, en parte porque Cosmos era una visión poética de la ciencia, el hombre y el universo, aunque no sea muy fiel históricamente, la verdad.
Como tampoco resulta muy fiel históricamente "olvidarse" de que ya en 1972, en unos análisis se descubrió que al menos algunas caras de Bélmez habían sido pintadas con hollín, vinagre y silicato sódico, común en productos de limpieza y utilizado en la construcción para el fraguado del cemento y materiales refractarios, llegando a determinarse el calibre de las cerdas del pincel. Seguramente sobre estos dos fenómenos, los cangrejos y las caras, las escuela de la Gestalt y sus leyes de la forma tengan algo que decir al respecto.
Klapaucius: Gracias por los detalles sobre la historia de los Heike. Sobre las caras de Bélmez he dado poca información porque ya está tratada con suficiente extensión en otras bitácoras de Blogalia y en los enlaces.
Recuerdo un libro, bastante entretenido, de un investigador de fenómenos paranormales que hablaba de que de todos los casos de manifestaciones fantasmales que había estudiado - creo recordar que eran como un millar - sólo en tres no había encontrado una explicación plenamente satisfactoria, y en el resto casi todo eran coincidencias (algunas asombrosas), sugestiones, y gente con ingenio que aprovechó una bola que ya rodaba.
Magnífico post. Yo viví varios años en La Laguna, paraiso de las viviendas con humedades, tenía en el pasillo manchas de todo tipo, y, resignado a tener que vivir con ellas, también veía caras y lo que se terciara. De lo de Bélmez, para qué hablar más...
Hacía tiempo que no estaba tan liao... esto, lo de los cangrejos Heike es del capítulo 2, una voz en la fuga cósmica ;P
Y con lo de las dichosas caras de Bélmez... mejor lo dejamos
Por cierto, terminé ese articulillo de Cosmología, está en revisión por parte de mis compañeros, si llego vivo a esta noche dejaré el enlace en mi blog...
(ah, que conste que tu blog es de lo poco que he visto "del mundo exterior" en los últimos días: cuando no estaba midiendo rayas y calculando abundancias estaba con los libros de cosmología...)
La navaja de Occam me dice que la respuesta es La Humedad... y nuestra capacidad de ver caras y formas conocidas en todos los sitios, ¿quien no ha jugado nunca a adivinar formas en las nubes?
Esto es lo que dice Stephen Jay Gould acerca de la historia de los cangrejos heike, en el libro "Dientes de gallina y dedos de caballo":
En el segundo episodio de su serie Cosmos, Carl Sagan contó la historia de un cangrejo japonés que lleva en su dorso el retrato de un guerrero samurai. Planteaba que los seres humanos han construido esta cara a su imagen y semejanza, porque los pescadores locales llevan devolviendo al agua los cangrejos con el dibujo más nítido durante siglos, imponiendo así una fuerte presión de selección enfavor de los cangrejos con la imagen del samurai (a los otros, se los comen). Utilizó este ejemplo a modo de introducción de un apasionante discurso acerca del casi omnímodo poder de la seleccion natural.
Dudo mucho de esta historia, y sospecho que la explicación concencional es la correcta: que la similitud es accidental y, en el mejor de los casos, sólo se ha visto ligeramente reforzada por la intervención del hombre. Pero uncluso aunque Sagan estuviera en lo cierto, en mi opinión se está maravillando ante el fenómeno equivocado (o al menos, no le está dedicando un tiempo equivalente a otro aspecto notable del caso). De entrada, me siento muy impresionado por la capacidad del cangrejo de hacer algo tan poco propio de los cangrejos; del mismo modo en que la capacidad de un sistema de desarrollo heredado para producir (y con gran facilidad) unos cambios tan acentuados en la anatomía sexual de las hienas hembra me llama mucho más la atención que cualquier significación adaptativa potencial del cambio.
La capacidad de los cangrejos de trazar un rostro en su dorso no surgió de ningún valor selectivo que pudiera tener esa cara, ya que los cangrejos utilizan muy raramente esta habilidad latente. Más bien esta capacidad refleja varios hechos más profundos de la biología de los cangrejos: la simetría bilateral del caparazón (que corresponde por analogía a la simetría bilateral del rostro humano), y el hecho de que muchos cangrejos van adornados por arrugas a lo largo de la línea media (donde podría formarse una "nariz") y perpendiculares a ella (donde podrían formarse "ojos" y "bocas").
La producción accidental de un retrato humano representa un asombroso ejemplo de la flexibilidad evolutiva que surge como consecuencia de un diseño heredado. La materia orgánica no es masilla y la selección natural no es omnipotente. Cada diseño orgánico está preñado de posibilidades evolutivas, pero tiene sus senderos restringidos en lo que a su potencial de cambio se refiere. Los pescadores pueden devolver al agua una selección de estrellas de mar con su simetría central, o caracoles con su diseño en espiral, durante decenas de millones de años y jamás conseguirán tallar un samurai en sus partes duras.
Peter Medawar ha descrito la ciencia como "el arte de lo soluble". La evolución podría denominarse como "la transformación de lo posible".
Qué mal rollito dan esos cangrejos, oye! XD
Por cierto, en el lateral del armario de mi cuarto tengo el rostro de un mago. Creo que es Gandalf, pero no estoy segura porque tiene la capucha le ensombrece el rostro. ;D
Una ilustración muy bonita de la "selección artificial", pero no se sostiene en pie, ya que los pescadores del mar de japón, no comen ni los cangrejos heike, ni siquiera cuando no exhiben un rostro de samurai en sus caparazones. Y es que este cangrejo tiene un tamaño máximo de 31 milímetros, así que simplemente los pescadores se dedican a pescar otras cosas, no esos cangrejos. Y si se pusieran a pescarlos y comerlos como si fueran boquerones , o sea , al mogollón, y pezqueñines... pues tampoco se tomarían el trabajo de mirar cada cangrejito para hacer la selección. Demasiado curro.