En la historia ¿Para qué?, que escribí hace unas semanas, comentaba la opinión aparecida en El País Semanal sobre la necesidad de gastar (o malgastar) dinero en proyectos de exploración espacial. El pasado domingo se volvió a repetir la reflexión en la misma sección a raiz de otro artículo:
«En agosto se publicó un artículo muy interesante en su contenido: dos científicos entrenándose en el desierto de Nevada para vivir en Marte dentro de poco tiempo. Después de leerlo y con los datos que se daban en él, me sentí muy ofendida y molesta. Soy mexicana y en mi país más de cuarante millones de seres humanos viven en la miseria. Me pregunto si vale la pena gastar semejante cantidad de dinero en un proyecto para habitar otro planeta cuando en éste hay millones de personas que mueren de hambre y en la miseria».
Nada sobre la frivolidad de gastarse el dinero en subvenciones a equipos deportivos o en derrochar presupuesto estatal en la compra de software a Microsoft (impidiendo el desarrollo de una iniciativa 100% mexicana).
Una buena respuesta a por qué invertir en exploración espacial la encontré hoy también en El País, pero en el suplemento Futuro que edita los miércoles. Rolf Tarrach, presidente del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, nos advierte en Colisiones con asteroides
«Otra historia bien distinta es el asteroide 1950 DA, de un kilómetro de diámetro, que con una probabilidad de un tres por mil chocará con la Tierra el 16 de marzo de 2880 (Science, vol 296, pag 132, 5/4/2002), liberando una energía suficiente para ser una seria amenaza para la vida humana, al menos la caracterizada por la calidad de los tiempos históricos.
Es cierto que de aquí a entonces los ciudadanos pagaremos a Hacienda 878 veces, y tendremos otras preocupaciones más inmediatas, pero no olvidemos que esto es, por primera vez en la historia de la humanidad, un problema serio, realmente serio, y no uno de esos problemas extravagantes por los que los humanos nos dedicamos a asesinar y a hacer guerras.
Y gracias a que los científicos nos avisan con tanta antelación tenemos tiempo para reaccionar y evitar la catástrofe, si nos lo tomamos en serio».