Una de las razones para leer diariamente El País en verano son las columnas de Javier Sampedro. Lo bueno de este año es que las podemos disfrutar en elpais.es en abierto. La de hoy, El gato ha muerto. Viva el gato:
«Erwin Schrödinger ideó su célebre paradoja del gato porque, al igual que Einstein, no podía creer que Dios jugara a los dados con el mundo. Un gato está encerrado en una caja junto a un trocito de uranio radiactivo. Un átomo de uranio puede desintegrarse, pero no hay forma de predecir cuándo. Todo lo que la física cuántica nos permite saber es cuál es la probabilidad de que se desintegre en un plazo dado: digamos, por ejemplo, que hay una probabilidad del 50% de que cualquier átomo del trocito de uranio se desintegre en el próximo segundo ...»
Supongamos que por dos rendijas cercanas una de otra pueden pasar electrones. En condiciones normales si se disparan electrones a las rendijas basta colocar una pantalla detrás para observar un patrón de interferencias (franjas negras de impacto alternadas con zonas blancas donde no hubo tales impactos).
Supongamos, además, que mi primo, que es el tipo más suertudo del mundo, anda cerca y que viene a curiosear y que además trae una paleta con la que puede tapar una de las dos rendijas por cada vez que el cañón de electrones hace un disparo.
El problema es que el chaval tiene tanta suerte que cada vez que elige tapar una de las ranuras, el electrón correspondiente "pasa por la otra" sin tocarlo a él ni a la paleta.
¿Mostrará este nuevo "experimento" un patrón de interferencia sobre la pantalla o el patrón de interferencia quedará destruido por la intromisión de mi primo?
¿Y si mi primo puede mirar la paleta luego de cada disparo para cerciorarse que el electrón, efectivamente, no impactó sobre ella? (Recuerda lo que decía von Neumann sobre la conciencia)
¿Existirán otro universo paralelo en el que mi primo es un jettatore?¿y otro más en el que ha errado sólo una vez?¿y otro en... n veces?