Llego tarde, lo sé. Ayer fue el Día Internacional del Libro, que conmemora la muerte de Shakespeare y Cervantes. Según leo en el Diario Clarín de Argentina, ayer debía haberse inaugurado la nueva Biblioteca de Alejandría, en Egipto, pero el genocidio israelí contra los palestinos (llamarlo de otra forma es hacer eufemismos) obligó a Hosmi Mubarak a suspender el acto. Según el mismo artículo, que cita datos de la UNESCO, el «número de títulos publicados en todo el mundo aumentó alrededor del 50 por ciento entre los años 1995 y 1999». ¿Qué impacto tendrá Internet y las nuevas tecnologías en el futuro del libro? (se preguntan muchos).
Les voy a contar un secreto. Suelo prejuzgar a la gente, o a sus familias, al entrar en sus casas. Para ello, fisgoneo para comprobar la cantidad de libros que tienen en las estanterías, si es que tienen alguno. Si solo veo una estupenda enciclopedia, de esas que se pagan a plazos, rodeada de los vídeos documentales y minicadena que regalaban al adquirirla, mal asunto. Si por el contrario veo todo un salón con estanterías repletas de libros... ¡qué orgasmo!
Si tienen tiempo para leer, y poco dinero, visiten a Cervantes o Gutenberg
A mi me juzgarías mal. No tengo los libros ni los discos en el salón.
Tampoco tengo tantos como me gustaría.
Ni tanto tiempo como necesitaría para leerlos todos.
No hay día del libro sin que alguien nos cuente el motivo de que sea el 23 de abril. ¿Alguien se anima?
Ejem. En realidad, yo libros, lo que se dice libros, tengo pocos. Revistas, se me salen por las orejas. Pero tengo una amiga que siempre va a una biblioteca o los pide prestados, y lee mucho. Así que en realidad mi método no es infalible ;)
Yo he comprado muchísimos, y siempre tengo libros en casa, muchos. El caso es que algunos hasta los he comprado tres veces porque o, bien, los he regalado o prestado o... los he perdido en el autobús, en el bar, en la oficina... Soy un desastre, pero lo que se dice libros, tengo muchos.